Liderazgo
Cada situación de liderazgo es distinta una de otra, pero lo que sí es igual para todos los líderes victoriosos es que no son capaces de aceptar la derrota. Esto es inaceptable para estos líderes, por lo que trabajan sin descanso para lograr la victoria y van a por ella con todo lo que esté a su alcance.
Líderes que persiguen la victoria
Un ejemplo de lo que significa esta ley de liderazgo lo encontramos en la Segunda Guerra Mundial. Durante esta guerra, Hitler se propuso destruir Europa y volverla a levantar según su propia visión.
El primer ministro británico, Winston Churchill, inspiró al pueblo británico a ofrecer resistencia a Hitler. Lo hizo desde antes de convertirse en primer ministro.
Antes de que Churchill asumiera el liderazgo de Inglaterra, las personas que estaban al mando del país no opusieron resistencia a Hitler y casi toda Europa cayó bajo el poder de Hitler.
Chuchill, ya como líder, se negó a doblegarse ante las amenazas de los nazis. Gran Bretaña fue la única que se atrevió a hacer frente a la amenaza de la invasión alemana.
Este líder de Inglaterra hizo un discurso tras convertirse en primer ministro en el que resaltó que la meta de su política iba a ser la victoria: victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror, victoria, aunque el camino sea largo y duro; porque sin victoria no hay supervivencia.
Churchill hizo todo lo que estuvo a su alcance para prevalecer. Entre todas sus acciones, llegó a establecer relaciones con Franklin Roosevelt, el presidente de EE.UU. Cultivó una amistad que más tarde se convirtió en una alianza de guerra con pleno derecho.
Otro líder que persigue la ley de la victoria
Franklin Roosevelt tenía como sello de vida la ley de la victoria. Cuando los nazis estaban batallando en Europa, el peligro era grande. El equipo formado por Roosevelt y Churchill proveyó del liderazgo necesario.
Así como el primer ministro había convocado a Inglaterra, el presidente reunió al pueblo norteamericano y lo unió en una causa común como hasta entonces nadie lo había hecho, ni lo ha hecho hasta ahora.
Para estos dos líderes no había otra opción que no fuera la victoria. Pensemos, si no hubiese sido así ¿cómo sería hoy nuestro mundo?
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Sin líderes como Churchill, en Inglaterra o Roosevelt en EE.UU., Europa hubiese caído y los Estados Unidos no habrían recuperado su libertad. Ni Adolfo Hitler ni su ejército del Tercer Reich pudo permanecer contra ellos, todo gracias a que se dedicaron a la ley de la victoria.
Podemos ver otros ejemplos de aplicación de esta ley de liderazgo por ejemplo en las competiciones deportivas. En el terreno de juego se puede ver perfectamente al líder mientras busca alcanzar la victoria. Cuando un partido termina, todos saben quién ganó y por qué.
Michael Jordan es un ejemplo de líder que practicaba esto. Es un gen atleta y un gran líder, cree y asume la ley de la victoria. Siempre que el juego estaba en peligro encontraba la forma de que su equipo ganase.
Al principio de su desempeño como jugador profesional, Jordan dependía mucho de su talento y esfuerzo personales para ganar los juegos. Pero conforme maduraba, fue prestando más atención a ser un líder y ayudar a todo el equipo a jugar mejor. Jordan piensa que mucha gente ha pasado esto por alto.
Los tres componentes de la victoria
La victoria, ya sea en un equipo deportivo, una empresa, un ejército u otro tipo de organización, siempre se logrará siguiendo estos tres componentes:
- Unidad de visión.
Un equipo solo alcanzará el buen éxito si los jugadores tienen una visión unificada, sin tener en cuenta cuánto potencial o talento haya en él. Si los jugadores tienen planes diferentes no ganarán nunca un campeonato. Aunque hablamos de jugadores, lo podemos aplicar en negocios, iglesias…
Si ocurriera que hubiese diferencias entre los componentes del equipo o mal entendidos, los resultados que se obtendrían serían pésimos. Y todo por no compartir la misma visión.
- Diversidad de destrezas.
Es evidente que el equipo necesita, de forma muy importante, diversidad de destrezas. Por ejemplo, un equipo de fútbol no solo puede estar formado por delanteros. No tendría sentido alguno, pues para alcanzar el éxito una organización necesita contar con talentos diversos, en los que cada miembro o componente cumpla con su parte.
- Un líder dedicado a la victoria y a explotar el potencial de los jugadores.
Podemos destacar en este caso las palabras de Lou Holtz, antiguo director del equipo de fútbol norteamericano de Notre Dame: “Usted debe tener grandes atletas para ganar, no importa quién sea el director. No se puede ganar sin buenos atletas, pero se puede perder con ellos. Es allí donde el director hace la diferencia”.
Lo que queremos decir es que se necesita indudablemente de liderazgo para obtener la victoria. Se debe contar con los miembros adecuados, con talentos diversos, pero también con un líder que imparta motivación, poderes y dirija a la organización para ganar.
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Esto es la esencia de la ley de la victoria, una ley aplicable en cualquier tipo de organización y que da a los líderes grandes y buenos resultados.
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