Liderazgo
Esta ley del liderazgo está estrechamente relacionada con la comunicación. El modo en que una persona se dirige a su público y la reacción de las personas ante ella implica la creación de una conexión muy poderosa.
Esta conexión hace que el resto de personas sigan al líder casi a cualquier parte.
Podemos explicar mejor esta ley de liderazgo mediante un ejemplo.
Elizabeth Dole, abogada, miembro del gabinete en las administraciones de Reagan y Bush y presidenta de la Cruz Roja de Estados Unidos, era una comunicadora maravillosa.
En 1996 habló en la Convención Republicana Nacional de un modo asombroso, consiguió conectar con todo el auditorio. La acompañaba su marido Bob Dole, y la diferencia entre ambos fue bastante apreciable. Ella era afectuosa y accesible, él estricto y distante. Bob nunca conseguí conectar con las personas.
Otro ejemplo lo encontramos en la elección del presidente de los Estados Unidos. Los factores que entran en juego en este caso son muchos, pero uno de los más importantes es la capacidad de conexión del candidato. Kennedy, Ronald Reagan y Bill Clinton supieron conectar con las personas y ganaron la presidencia del país.
Palabra de líder: el corazón va antes que la mente
Los líderes verdaderos saben que antes de pedir algo a las personas deben tocar sus corazones. Este es el fundamento de la ley de la conexión. Un líder no puede hacer que sus seguidores actúen si antes no conmueve sus emociones. El corazón va antes que la mente.
Conexión grupal e individual
La conexión debe ocurrir tanto de forma grupal como de forma individual. Es decir debe existir conexión también en el plano individual. Cuanto mejor sea la relación entre el líder y un seguidor, más probabilidades hay de que el seguidor quiera ayudar al líder.
Esto quizás se entienda mejor con estas palabras de Maxwell: “A las personas no les interesa cuánto sabe usted hasta que sepan cuánto se preocupa usted por ellas”.
Los mejores líderes son los que pueden conectarse en ambos niveles: grupal e individual. Es el caso de Ronald Reagan. A este presidente se le conocía con el sobrenombre del Gran Comunicador. Además tenía la capacidad de llegar al corazón de las personas, tanto así que cuando volvía después de un viaje a la Casa Blanca el personal dejaba de trabajar impaciente por recibirlo.
La clave para conectarse con los demás es reconocer que aun estando dirigiéndonos a un grupo, nos debemos relacionar con las personas que lo componen como individuos.
Norman Schwarzkopf decía: “Hay líderes competentes que al pararse al frente de un pelotón, lo que ven es un pelotón. Los grandes líderes se paran ante un pelotón y ven a cuarenta y cuatro individuos, con sus inspiraciones, vivencias y experiencias.”
[Tweet “Un buen líder se conecta tanto grupal como individualmente”]
Complicaciones en la Ley de la conexión
Para algunos líderes esta ley de la conexión presenta complicaciones. Esto se debe a que creen que la conexión es obligación de los seguidores. Ocurre especialmente en los líderes por posición. Esto no es así, es el líder el que debe iniciar la relación, dar el primer paso y acercarse al resto y luego continuar fortaleciendo esa relación. Se trata de algo fundamental para el buen éxito de la organización.
La conexión es mayor cuanto mayor es el reto que se presenta
No debemos subestimar el poder de entablar relaciones con las personas antes de pedirles que los sigan. Ejemplos de esto lo encontramos en los mejores comandantes militares.
Durante la Primera Guerra Mundial en Francia, el general Douglas MacArthur dijo al comandante de un batallón antes de un ataque temerario: “Mayor, cuando se dé la señal de lanzarse al ataque quiero que usted vaya primero, antes que sus hombres. Si lo hace, ellos seguirán”. En ese momento el general Douglas MacArthur se quitó la cruz de servicio distinguido y se la puso al mayor. Le había dado un premio por su heroísmo antes demostrarlo. Finalmente el mayor y sus hombre lograron su objetivo.
Existen otros ejemplos que apoyan a esta ley de liderazgo, como el caso de Napoleón. Napoleón se aprendía el nombre de cada uno de sus oficiales, donde vivían y que batallas habían librado con él.
Robert E. Lee visitaba a todos sus hombres en su campamento la noche antes de cualquier batalla, Norman Schwarzkopf conectaba con sus tropas con acercamientos como por ejemplo en navidades, donde pasaba todo el día con sus hombres que estaban lejos de sus casas y sus familias.
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Resultado de la Ley de la conexión
El resultado del esfuerzo de un líder por conectar con su gente se puede percibir en la forma en que funciona una organización. Esta ley de liderazgo deja entre los empleados una lealtad increíble y una sólida ética laboral. Causa un impacto muy positivo.
Es necesario no subestimar la importancia de construir puentes en las relaciones entre la gente a la que un líder dirige y él mismo.
Existe un refrán que dice: “Para dirigirse a uno mismo use la cabeza y para dirigir a otros use el corazón”. Para aplicar la ley de la conexión es vital tocar el corazón de una persona antes de pedirle una mano.
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