Liderazgo
Cuando estamos ante la fabricación de lo que va a ser el producto que vamos a ofrecer a nuestros futuros clientes, son muchos los detalles que hay que tener en cuenta.
Son eso, los detalles, los que hacen que nos diferenciemos del resto, que los clientes confíen en nosotros y apuesten por el producto que le ofrecemos.
Steve Jobs lo plasma en esta lección de Liderazgo: Exige la perfección. Tal y como se enuncia, con esta lección aprenderemos a hacer hermoso nuestro producto, incluso las partes que no va a ver nadie. Son las palabras que repetía este líder.
Durante el proceso de producción de todas sus creaciones, llegaba un momento en que Jobs pisaba el freno y volvía a la mesa de diseño porque para él no se estaba logrando el resultado perfecto.
Podemos acudir a distintos casos en los que puso en práctica esta lección. Por ejemplo, durante la película Toy Story, Jeff Katzenberg y el equipo de Disney presionaron a Pixar para que la película fuera más intensa y oscura, pero Jobs y el director detuvieron la producción y reescribieron el guión para conseguir que la película tuviera un aspecto más simpático.
Cuando estaba casi todo listo para lanzar las tiendas Apple, Jobs decidió parar el proyecto para que la disposición de las mismas pudiera ser reestructurada en torno a las actividades y no solo alrededor de las categorías de los productos.
Como es de esperar, ocurrió lo mismo con el iPhone. Inicialmente, el diseño contaba con que la pantalla estuviera insertada sobre un soporte de aluminio, pero Jobs preocupado se dirigió a Jonathan Paul Ive, diseñador británico, y le transmitió que ese diseño no le gustaba, y éste le dio la razón.
El objetivo del iPhone era que se centrara completamente en la pantalla, y el diseño propuesto hacía que el soporte de aluminio compitiera con ella, quedando relegada a un segundo plano. Esto hacía al aparato demasiado masculino, pragmático y eficaz.
Con todo esto Jobs tuvo que transmitir al equipo del diseñador Ive un mensaje del que no obtuvo oposición. A pesar que habían trabajado muy duro durante los últimos meses, había que modificar todo. Esto requería un esfuerzo, dedicar muchas horas de trabajo, incluso del tiempo libre de cada uno. En lugar de obtener protestas y reclamaciones, todo el equipo estuvo de acuerdo. Jobs lo recordaba con estas palabras: “Aquel fue uno de los momentos en que más orgulloso me sentí en Apple”.
[Tweet “¿Por qué exigir la perfección en tus productos?”]
También aplicó esta visión al iPad. Ya cuando estaban ultimando el iPad, hubo un momento en que Jobs se sintió insatisfecho con el modelo. Le parecía que no cumplía con sus requerimientos, no era lo suficientemente informal y agradable como para desear cogerlo y comprarlo.
Era fundamental resaltar que se podía sostener con una sola mano, de forma cómoda. Apostaron por darle forma redondeada a las aristas inferiores para que fuera más agradable al cogerlo en lugar de tener que hacerlo con cuidado. Esto suponía que el equipo de ingenieros tenía que diseñar los puertos de conexión y los botones necesarios para poder incluirlos en un reborde fino y sencillo curvado suavemente en la parte inferior.
Así fue, hasta que no se realizaran estos cambios, el lanzamiento del producto quedó parado.
A Steve Jobs no solo le preocupaba el perfeccionismo en las partes que estaban expuestas y que todos veían, también le inquietaba en las partes que no se veían. Esto, según el autor de su biografía, es así porque su padre se lo transmitió.
Su padre le inculcó la preocupación y la moralidad de utilizar buenas piezas incluso para la parte posterior de un armario que irá pegada a la pared y no la va a ver nadie. La perfección constituía el sello del artista.
Esto quedó tan grabado en la mente de Jobs que lo aplicó durante la supervisión de Apple II y del Macintosh en el circuito impreso del interior de la máquina. Él quería que la placa tuviera un buen aspecto, por lo que hizo que los ingenieros recolocaran los chips y los alinearan.
Conocedores de que el dispositivo iría perfectamente sellado, algunos protestaron diciendo que nadie iba a ver la placa del ordenador.
La respuesta de Steve Jobs estuvo inspirada por las palabras de su padre: “Quiero que sea tan hermoso como sea posible, aunque no vaya a verlo nadie. Un gran carpintero no usaría madera mala para construir la parte trasera de un armario, aunque no la vea nadie”.
Les hizo firmar la placa, al igual que los artistas firman sus obras, y así quedó grabado en el interior de la cubierta como muestra de la satisfacción del trabajo bien hecho.
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Está claro que para alcanzar el éxito hay que arriesgar, hay que invertir muchas horas de esfuerzo y dedicación y no conformarse con lo primero que resulte de nuestro trabajo. Esta lección de Liderazgo es un ejemplo que refuerza esta idea. En ella hemos visto como el duro trabajo en determinados productos ha hecho que esta empresa sea hoy día muy valorada y estimada por el público.
¿Y nosotros? ¿Exigimos la perfección? Plantéese esta pregunta y encauce sus hábitos, logrará avanzar y crecer.