El Riesgo Operacional se refiere al riesgo potencial de pérdidas derivadas de interrupciones en las operaciones internas de una organización. Es un componente de la gestión de riesgos corporativos.
El Riesgo Operacional puede ocurrir por varias razones, incluidos fallos de control interno, errores de procesos, errores humanos, interrupciones en las prácticas comerciales, fallos del sistema, eventos externos como desastres naturales o pandemias y actividades fraudulentas perpetradas por empleados.
La interrupción de la operación, resultado de la ocurrencia de un Riesgo Operacional, genera pérdidas económicas a la organización, repercusiones en la reputación, baja moral en los empleados y desconfianza en clientes, inversores, socios y proveedores.
Las graves consecuencias justifican la necesidad de definir con precisión el Riesgo Operacional y proponer estrategias eficaces para gestionarlo.
¿Cuándo surge el Riesgo Operacional?
El concepto de Riesgo Operacional es relativamente reciente. Aunque las empresas se han preocupado por el riesgo operativo durante siglos, no se reconoció oficialmente como una categoría de riesgo separada hasta finales de la década de 1990 y principios de la de 2000. Fue entonces cuando se identificó como una categoría de riesgo que merecía análisis, evaluación y gestión específica.
La crisis financiera generalizada, en la última década del siglo pasado, puso el foco sobre el Riesgos Operativo u Operacional. Las consecuencias que sufrieron muchas personas, como efecto dominó del colapso de varias entidades financieras, evidenció la necesidad de gestionar riesgos que tenían la capacidad de impedir la operación de las empresas.
El resultado fue un consenso general, entre los profesionales en gestión de riesgos, sobre la necesidad de establecer la categoría de Riesgos Operativos, estudiarlos, analizarlos y, sobre todo, diseñar estrategias efectivas para su gestión.
¿Cómo gestionar el Riesgo Operacional?
Ya en el siglo XXI, los especialistas en Gestión de Riesgos encuentran un panorama complejo para la gestión de los riesgos que pueden detener la operación de una organización. Fenómenos como la innovación tecnológica, problemas en la cadena de suministro, crisis geopolítica mundial e, incluso, el calentamiento global con sus fenómenos naturales asociados, hacen que las organizaciones estén más expuestas al Riesgo Operacional.
La Gestión de Riesgos moderna considera cinco etapas en un proceso típico de tratamiento de estas amenazas:
1. Identificar los riesgos
La primera etapa se enfoca en la identificación de cualquier amenaza que tenga la capacidad para detener la operación. La pérdida de una licencia para operar, una huelga, la destrucción de las instalaciones de la organización e, incluso, fenómenos como conmoción política o social, pueden hacer que la empresa pierda su capacidad para producir de forma provisional o definitiva. Identificar los riesgos, antes de que se presenten, es el primer paso para tomar acciones efectivas para minimizar el impacto o eliminar la amenaza.
2. Analizar el riesgo
El análisis del riesgo busca establecer dos condiciones: la probabilidad de ocurrencia y el real impacto negativo de la amenaza. Son dos factores de evaluación imprescindibles para categorizar y priorizar los riesgos. La priorización es la única forma de enfocar la gestión y optimizar los recursos, de tal forma que se atienda lo que es realmente importante con la debida inmediatez.
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Los riesgos identificados, analizados y priorizados no parecen tan amenazantes. En esta tercera etapa, se diseñan los controles y las acciones necesarias para eliminar, minimizar, compartir o tolerar el riesgo.
Muchos riesgos pueden ser abordados con una adición al texto de una política o creando el documento, cuando no existe. Otras amenazas se pueden controlar con capacitación y formación. Incorporar tecnología en algunos procesos es otra forma de asegurar la operación continua.
Es un hecho que la tecnología ayuda a reducir el Riesgo Operacional. Lo hace al incorporarla a cada proceso. Pero también, la misma Gestión de Riesgos, automatizada, produce resultados mucho más efectivos. Las organizaciones que digitalizan sus Sistemas de Gestión e inician procesos de Transformación Digital, tendrán ventajas competitivas para asegurar su operación continua.
4. Comprobar la efectividad de los controles
La revisión de las acciones y controles implementados sirve para comprobar si se tomaron las medidas correctas o definitivamente es preciso ajustarlas o tomar otras. Para algunos riesgos, la ausencia de pérdidas o eventos que pudiesen detener la operabilidad de la organización es suficiente evidencia de la eficacia.
En otros casos, como los riesgos asociados a fenómenos naturales disruptivos, o eventos relacionados con el desarrollo de acciones políticas o sociales, una forma de comprobar la eficacia de los controles implementados es realizando simulacros.
Es importante en esta etapa asignar indicadores numéricos o cualitativos para medir la eficacia del control o de la acción de tratamiento. Esta tarea se realiza en todas las áreas de la organización, pero se consolida en una matriz o cuadro de mando integral, en el que se aprecie en términos generales la exposición real de la organización al Riesgo Operacional.
5. Documentación y revisión general de la gestión
Cada uno de los pasos y etapas anteriores se documenta y se recopila en informes que son entregados a la Alta Dirección y que sirven de base para un siguiente ciclo de evaluación o para una auditoría de riesgos.
Documentar, registrar e informar contribuye a generar cultura de prevención de riesgos y a establecer una guía para que otras personas, en el futuro de la organización, puedan seguir el procedimiento e identificar y tratar Riesgos Operacionales con éxito y con la debida oportunidad.
Un factor decisivo para el éxito de cualquier estrategia diseñada para la gestión del Riesgo Operacional, es la formación de profesionales idóneos.
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