Transferir el riesgo, o compartirlo, es una de las cuatro usuales estrategias utilizadas para tratar eventos que tiene la posibilidad de impactar en forma negativa la capacidad para alcanzar un objetivo.
Solemos hablar de transferir el riesgo, como una más de las formas para tratar los riesgos, entre las otras tres estrategias más comúnmente conocidas: eliminar, reducir, aceptar.
Es común también, pensar que la única forma de transferir el riesgo es tomando una póliza con una compañía aseguradora. La verdad es que no es así. Hemos considerado importante hoy abordar el tema: ¿Qué es exactamente transferir el riesgo, cuáles son las opciones y qué problemas pueden acompañar a esta estrategia?
Transferir el riesgo – ¿En qué consiste esta estrategia?
Transferir el riesgo es “entregar la responsabilidad a otra persona u organización” para que se encargue de prevenirlo, eliminarlo o asumir el coste financiero en caso de que el evento negativo ocurra.
Con la transferencia, el problema pasa a ser de esa organización o persona a la que se le entrega la responsabilidad. Por supuesto, nadie se hará cargo de los problemas de otro, si no percibe un ingreso económico o un beneficio.
Es por ello que la forma más aceptada y utilizada para transferir o compartir un riesgo, es contratando una póliza de seguros. Así, a cambio de una suma de dinero que se paga en forma anual o mensual, una organización del sector asegurador, reparará a la organización contratante, con el valor correspondiente al impacto financiero ocasionado por la ocurrencia del evento negativo.
El seguro como forma de transferir el riesgo
Sobre el papel, esta es la fórmula ideal. Así, las organizaciones no tendrían que preocuparse de identificar, evaluar y tratar los riesgos. Simplemente, tendría que tomar los contratos de seguros que crea necesitar.
Pero no es tan fácil. Es necesario tener en cuenta que una póliza de seguros, es apenas una forma de garantizar la reparación económica por los daños causados con la ocurrencia del riesgo. Reparación que sólo ocurre cuando el hecho generador del impacto negativo ya ha ocurrido.
La reparación no ocurre en forma inmediata. Usualmente, es preciso que se adelante una investigación y se descarte la posibilidad de dolo o de responsabilidad de la organización beneficiaria del seguro, en la ocurrencia del evento negativo.
Igualmente, es preciso tener en cuenta que la póliza de seguros apenas cubre el coste financiero de los daños ocasionados – con algunas limitaciones -, sin abordar el daño reputacional, la pérdida de tiempo, el coste de la paralización de la operación, entre otras afectaciones negativas para la organización.
Algunos riesgos, como incendio, terremoto, robo, y otros de este género, pueden y deben ser transferidos, lo cual no implica que la organización implemente acciones de tratamiento y planes de gestión de respuesta ante este tipo de eventos.
Los seguros, por otra parte, no son la única forma de transferir el riesgo en las organizaciones. Conozcamos otras dos:
Dentro de las estrategias útiles para la #GestiónRiesgos, transferir el riesgo es una de las más efectivas, pero menos utilizadas. Aprendemos a hacerlo. Share on XLa subcontratación – Otra forma de transferir el riesgo
Muchas organizaciones subcontratan operaciones en las que están incorporados proceso que representan un riesgo importante. Servicio al cliente, cumplimiento de pedidos o servicios de nómina son algunos ejemplos de operaciones que las organizaciones eligen para ser subcontratadas y, así, transferir o compartir los riesgos que proponen.
Por ejemplo, si se subcontrata el servicio de nómina o de gestión de Recursos Humanos, la organización puede seleccionar una empresa con la cualificación y la experiencia suficiente, lo cual es especialmente importante cuando se trata de regiones geográficas que resultan desconocidas o extrañas.
El desarrollo de software, aplicaciones u otro tipo de soluciones informáticas, es otro ejemplo claro de operaciones que suelen ser subcontratadas para, entre otros objetivos, compartir o transferir el riesgo que implican.
Establecer asociaciones
Las asociaciones, más que una forma de transferir riesgos, es una forma de compartirlos, sobre todo, cuando el socio tiene la capacidad financiera para absorber el impacto negativo y cubrir las áreas en las que la organización es débil.
Las asociaciones son especialmente útiles cuando el riesgo está asociado a la incursión en nuevos mercados en países del exterior, donde la organización no tiene conocimiento y experiencia.
Por supuesto, al establecer asociaciones, además de compartir riesgos, es preciso compartir beneficios y utilidades. Esto requiere una evaluación coste beneficio: ¿cuál es el coste del riesgo compartido versus el coste de ceder beneficios y utilidades a un socio?
Este tipo de evaluaciones, así como las que nos llevan a determinar cuáles riesgos deben ser transferidos o compartidos, son las que evidencian la importancia indiscutible de contar con profesionales capacitados en el área de Gestión de Riesgos dentro de la organización.
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