Liderazgo
Entre las lecciones de liderazgo que nos dejó Steve Jobs, a través del autor de su biografía Walter Isaacson, encontramos una que nos explica el por qué combinar las humanidades y las ciencias.
Esta lección de liderazgo parte de una vivencia de Steve Jobs de cuando era pequeño. Él se veía como una persona de letras pero a la vez le apasionaba la electrónica. Una lectura le hizo ver la importancia de saber mantenerse en la intersección entre las humanidades y la ciencia, decidiendo que era eso lo que él quería hacer.
Esta era la verdadera esencia de su historia, una persona que pese a no disponer de un título universitario, combinaba a la perfección su desarrollo en el mundo tecnológico con la esencia humanística en cuanto al diseño y filosofía que desprendía la compañía Apple y todos sus dispositivos informáticos y móviles.
Según Walter Isaacson, Jobs fusionó las humanidades con las ciencias, la tecnología con la creatividad y el arte con la ingeniería. Realmente, en la historia ha habido mejores profesionales de la tecnología como Gates o Wozniak e, igualmente, en el ámbito artístico de los diseñadores y artistas.
Sin embargo, nadie como Jobs fue capaz de combinar mejor la poesía y los procesadores y “potenciar con ello la innovación”. Y lo consiguió con un instinto natural acerca de las estrategias de mercado.
En la mayoría de las presentaciones de sus productos, Jobs concluía con “una imagen que mostraba una señal de tráfico entre las calles de la Tecnología y de las Humanidades”.
Creaciones artísticas y tecnológicas
La clave para contar con una ventaja creativa en el futuro es el hecho de combinar las humanidades y las ciencias como dos ramas no independientes sino complementarias, que se adaptan la una a la otra sin interferirse. Todo lo contrario, obteniendo lo mejor de cada una y conjuntándolas para obtener productos y servicios excelentes.
Casi al final de sus días, Jobs continuaba pensando en otros ámbitos o sectores para poder transformar. Estos eran: los libros, la fotografía y la televisión. Tenía en mente un proyecto para convertir los manuales de texto en creaciones artísticas que cualquier persona pudiera reformar, transformar o adornar con un Mac (algo que la compañía Apple ya anunció en enero de 2012). También imaginaba con idear “herramientas mágicas” para la fotografía digital y “nuevas formas de hacer” que la televisión volviera a ser algo sencillo y personal.
Isaacson asegura que estas innovaciones terminarán viendo la luz y aunque Jobs ya no estará aquí para ver cómo se harán realidad, “sus reglas para el éxito” le sirvieron para crear productos revolucionarios que convivirán entre la creatividad y la tecnología siempre que se mantengan bajo la esencia que transmitió el polifacético emprendedor.
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Competencia interna
La pymes suelen tener miedo a lo que en marketing se denomina canibalización (lanzar un producto y le quitas protagonismo y ventas a otro de los productos que has creado). En este sentido, Jobs pensaba que si no estabas dispuesto a “devorarte a ti mismo, entonces un competidor lo hará por ti”. A lo largo de la historia, importantes compañías han caído por no compartir esta filosofía empresarial.
De hecho, los productos de Apple se “canibalizan entre sí y aún lo siguen haciendo” y es que Jobs siempre trabajó bajo la estrategia de que las empresas funcionaran como una gran familia evitando que la “competencia interna” obstaculizara los proyectos. Es decir, que cada departamento –trabajara en lo que trabajara- se complementara entre sí para crear destacados productos.
Tan importante era la tecnología que hacía que funcionase el iPad o iMac como el diseño que tenían respectivamente al igual que la ideología sobre la que giraba la compañía. Con esta actitud de liderazgo, Jobs consiguió que Apple se fortaleciese frente a su competencia más cercana y directa.
La realidad en la que vivimos no se posiciona ni en las humanidades ni en las ciencias. Puede existir una conexión total entre ambas ramas a la vez. Así, Jobs demostró a todo el mundo que esa postura entre la tecnología y el arte daba muy buenos resultados pese a estar gestionando un proyecto muy técnico.
Como anteriormente comentábamos, Jobs no estaba especializado en nada, sin embargo, era distinto a los ejecutivos de su entorno ya que no respondía a ninguno de los perfiles a los que estamos acostumbrados. Era una persona polifacética, multidisciplinar que creaba productos en base a sus numerosos conocimientos tanto del sector de las ciencias (tecnología) como de las letras (humanidades).
Piensa diferente
Los seguidores de Jobs alababan su capacidad para poder simplificar y facilitar el complicado mundo de la alta tecnología. Sus productos desde Macintosh hasta el iPad son el claro ejemplo del minimalismo y la simplicidad en su uso lo que algunos llamarían “una experiencia Zen”. La relación de Jobs con la religión budista se ha visto reflejada claramente tanto en su vida, en sus discursos, en su trabajo en la empresa y en sus creaciones.
Jobs implantó el conocido slogan de Apple del “Think Different” (Piensa diferente) e intentó que no fuese un “concepto vacío ni una declaración de intenciones” sino una forma de vida en la empresa.
En sí es que el hecho de pensar diferente no tiene nada de especial o distinto que el resto de las personas y de las empresas, pero llevar a la práctica esta filosofía puede traer consecuencias y resultados más que inesperados.
Ahí reside la grandeza y el liderazgo de Jobs. Actuar y pensar de forma diferente para conseguir que numerosas personas de todo el mundo se replantearan su relación con las nuevas tecnologías, se vieran manejando un dispositivo móvil o tecnológico sin ninguna dificultad, se divirtieran con ello y la hicieran parte de su vida.
Jobs alentó a desarrollar nuestras propias ideas, a rechazar normas y a salirnos de los convencionalismos donde todas las ramas se combinaran, entrelazaran y se complementaran perfectamente para crear y desarrollar novedosas ideas frente a la ralentización de pensamientos.
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Las lecciones de liderazgo que nos ha aportado Jobs al mundo empresarial deben extraerse tras evaluar todo lo que consiguió en su vida. Según relata Isaacson, una vez le preguntó a Jobs cuál consideraba que era su creación más importante, a lo que Jobs contestó, “Apple” ya que para él era mucho más difícil crear una empresa duradera que un buen producto.