Personas proactivas
Las personas proactivas comparten ciertas similitudes entre sí y algunas diferencias con respecto a las personas reactivas, por ejemplo.
Nuestro lenguaje y, en consonancia, nuestra autoconciencia es un indicador fiel para comprobar qué nivel de proactividad tenemos. Ese lenguaje debe ser un factor primordial para convertirnos en personas abiertas, que se adaptan a las adversidades o cambios en las organizaciones y que se posicionan del lado optimista: “preferir” (proactivo) frente al “deber” (reactivo) o “elegir” (proactivo) frente a “no puedo” (reactivo).
Un grave problema del lenguaje reactivo es que hace que las personas determinen sus actuaciones y culpabilicen a otras fuerzas externas de su situación. Mientras que las personas proactivas a diferencia de las reactivas se caracterizan por:
- Ser conscientes de sus potencialidades y debilidades.
- Plantear los problemas como oportunidades.
- Gestionar de forma positiva sus emociones.
- Adaptarse fácilmente a los cambios para alcanzar sus metas.
- Convertir los fracasos en oportunidades de aprendizaje.
Círculo de influencia de una persona proactiva
Las personas proactivas centran sus energías en el llamado círculo de influencia y se dedican a solucionar los problemas. Su energía es tan positiva que conduce a una amplitud considerable de ese círculo comiéndole espacio al de las preocupaciones.
En el plano empresarial, los trabajadores deben hacer frente a los problemas y cambios que se produzcan en su gestión estratégica y focalizar todo su esfuerzo en solucionarlo evitando excusas ajenas a ellos mismos.
Lo importante es poner nuestro foco de atención en aquellas cosas importantes y éstas crecerán, amoldándonos igualmente a los continuos cambios en el mercado empresarial que nos aboga a adaptar la gestión a los tiempos que corren.
Cómo soluciona un problema una persona proactiva
Los problemas que podemos encontrarnos se encierran en tres áreas: la de control directo (que implica nuestra propia conducta), la de control indirecto (que implica la conducta de otras personas) o la de inexistencia de control (problemas de los cuales no podemos hacer nada).
Sea cual sea el problema y nos afecte más o menos desde el área de control que convenga, lo importante es hacer frente a la situación que se nos presente teniendo como base una estrategia empresarial bien definida. Esta se debe llevar a cabo controlando las diferencias y fluctuaciones del mercado.
El dinamismo a la hora de realizar la gestión estratégica debe ser clave para poder llevar a buen fin los resultados y objetivos/metas de la organización. Las personas proactivas, en este caso, enfrentan los problemas y analizan las discrepancias encontradas, de modo, que no desvirtúe la estrategia fundada y sepa amoldarse a los cambios imprevistos.
¿Proactividad o liderazgo?
Una persona proactiva puede confundirse en ocasiones con un líder, ambos son personas con la suficiente capacidad de inyectar en los demás una dosis de autoestima para ayudarlos a seguir adelante en la ejecución de la estrategia organizacional.
En este sentido, se convierten en personas que, poco a poco, van ganando terreno en la toma de decisiones involucradas en la gestión de la estrategia. Incluso, la gerencia no adopta ninguna medida significativa para la organización sin que ese ejecutivo participe o la aprueba de alguna forma.
No debemos entender la figura de esta persona y su círculo de influencia como un reto sino como un complemento de la alta dirección que completa la fuerza y compensa las debilidades de la estrategia empresarial. Casos tan significativos como el de la figura de Ghandi que, mientras sus delatores se dedicaban a criticarlo por la defensa del sometimiento británico al pueblo indio, él expandía su círculo de influencia en los campesinos que acabó con el rendimiento de la fuerza política.
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Diferencia entre tener y ser
Este pensamiento de tener (círculo de preocupación) y ser (círculo de influencia) debe enfocarse de tal modo que cambiemos lo que está dentro de nuestra empresa hacia lo que hay en el exterior. Es importante, provocar un giro positivo de nuestra gestión estratégica para demostrar propuestas innovadoras y llenas de ingenio.
Las personas proactivas trabajan en el ser y no en el tener. Es mucho más fácil culpabilizar a los condicionamientos externos de nuestra propia situación de estancamiento y no hacernos, desde el primer momento, responsables de nuestra propia situación. Es decir, aceptar los cambios que supongan la remodelación o reestructuración de la estrategia y no tener miedo a enfrentarnos a esos cambios. Es preferible que observemos dichos cambios para el bien de la organización y hacia un futuro mejor en el cumplimiento de los objetivos que no como un modo de parálisis e incertidumbre ante su gestión.
Otros aspectos del círculo de influencia de una persona proactiva
Dentro de nuestro círculo de influencia donde englobamos las situaciones de nuestra estrategia empresarial, hay que considerar también otros aspectos como las consecuencias y los errores.
Las consecuencias de nuestros propios errores no son otros que los ocurridos de la no consecución de los objetivos finales o de una mala gestión de la estrategia.
Esta última se traza para ofrecer una planificación duradera de nuestros fines. Si, por el contrario, no se cumple con la ella, debemos asumir nuestras faltas y las consecuencias que derivan de la misma.
Nuestras repuestas ante cualquier error afectan a la calidad de la gestión. Es importante admitir y corregir de inmediato los errores para que no tengan efecto en las siguientes fases de la estrategia.
Compromiso para crecer
La esencia del crecimiento de nuestra organización reside en el factor de compromiso. Mantener nuestros compromisos nos otorga una conciencia de autocontrol y fuerza para aceptar más responsabilidades. De cara a la gerencia de nuestra entidad, nos fortalece y nos posiciona notablemente para la ejecución de una nueva estrategia, la remodelación de la misma o la gestión futura de otra.
Asimismo, el hecho de mantener nuestro compromiso ante distintas dificultades es la esencia del desarrollo para establecer hábitos de efectividad.
En definitiva, lo que debemos extraer de esta lectura es el hecho de posicionarnos del lado de las personas proactivas que intentan visualizar la situación estratégica de la empresa y gestionarla de la mejor forma posible para alcanzar los objetivos previstos. Ante las adversidades externas y cambios en el mercado, las personas proactivas transmiten valores de capacidad de superación, autoestima, empatía, disciplina y eficacia.
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